viernes, 12 de agosto de 2011

Reto tuputamadre de 30 días, día 6. Another web experiment

Thanks to my friend Velezaurus I discovered a website that collects pictures of the most valuable items a person owns. This under the motto “If your house was burning, what would you take with you?” According to the Burning House this exercise is a “conflict between what's practical, valuable and sentimental. What you would take reflects your interests, background and priorities. Think of it as an interview condensed into one question.”

Well I took it literally. I stopped thinking about it. Then, in the middle of a movie a spark bursted out-of-nowhere in my brain and reminded me of that exercise. In that moment I imagined that my house was burning, so I took—in less than a minute—what I wanted to keep. Here’s the list.

Name: Luis López

Age: 27

Location: Zürich, Switzerland

Occupation: Environmental Engineer

Website: www.luisferldeo.blogspot.com


Passport (Burned house and no ID?)

Documents (includes postcards and letters from friends and mother)

Phone + Contacts (the latter is by far more important)

Computer + Information within (age of information)

Hard disk with the backups of pervious item

Ipod

Book (it’s signed by the author and has personal memories attached)

Watch (gift from my father, again it's the memories it carries)

Wallet

Swiss army keychain and keys

Camera (not pictured, I needed it to take the photo. Takes crappy pics but has gone with me to so many places).


I must say: I’m satisfied with the result. It shows that if needed I could collect my dearest personal belongings, put them in a backpack and—let’s say—migrate yet another time.

The burning house is a really interesting project and you can check all entries on www.theburninghouse.com hopefully they’ll post mine soon.

domingo, 7 de agosto de 2011

Reto tuputamadre de 30 días día 5. Reto bicicletero de 30 días día 3

A todos esos hippies eco-amigables que me hicieron pensar en la bicicleta como medio de transporte les informo que los tengo muy presentes… en las nalgas.

He empezado a andar en bici como medio principal de transporte. El método fue el siguiente: para cortar el cordón umbilical de un transporte público eficiente, devolví prematuramente mi suscripción ilimitada anual para obligarme a usar das Vélo. Es como cuando uno deja de fumar: si se tiene una cajetilla a la mano, siempre hay excusas para fumar; pero si hacer trampa se vuelve complicado p.ej al regalar tu última cajetilla (que te costó $120) o pagar el pasaje de cada viajecito (más o menos los mismos $120 al día), entonces es más fácil cumplir con tu auto-chicote porque no tienes opción.

Creo que el párrafo anterior no lo entendió ni Dios. El caso es que ya no tengo pagado el transporte público para obligarme a usar la bicicleta. Tras tres días bajo esa premisa, podrás entender, estimado Lector, el por qué te recuerdo en las nalgas ¡Méndigos asientos incómodos! Cualquier hippie bicicletero recordará sus huesitos posteriores al tercer día de empezar a pedalear. Y si aún te resistes a andar en bici te lo advierto: te dolerá. Mi consuelo es que—dicen, en específico a mí me lo dijo Tele—al tercer día se te quita. Ya lo veremos.

Dejando a un lado esa situación (que literalmente es un pain in the ass) hay que admitir que los pedaleros tenían razón: andar en bici es divertido. Además es más rápido. Bueno, no sé qué tan divertido o rápido sea en mi patria lejana, pero en estas sociedades civilizadas donde uno tiene tanto derecho como un coche, la bici se ha convertido en el medio de transporte urbano más veloz. Me explico.

Obviamente la energía que proporciona el pollo con verduras no se compara con quemar petróleo, haciendo imposible que un humano, por el medio biomecánico que sea, alcance más de—digamos—50km/h. Pero en la ciudad las ventajas del petróleo no sirven para nada si hay que pararse en cada alto, en cada cruce peatonal, en cada vía del tren; y encima competir con otros miles de coches. Haciendo que los modestos 15 km/h de la bicicleta (accionados con pan, pasta y queso) superen a los muy intermitentes 50km/h que otorga el petróleo (si se cumplen esas asunciones iniciales, claro está).

No sé si sepas, pero que la gente se estacione en las banquetas, que le aviente el coche a los peatones y/o ciclistas y que maneje una Hummer V8 no es estándar en todos lados. Lástima por nuestro país que—una vez más—demuestra ser el espejo chafa de EE.UU. Por suerte hay gente que trata de cambiarlo y lograr hacer de nuestras ciudades unos magníficos pueblos bicicleteros.

Ya no me quejo más y cierro este post diciéndote que lo estoy disfrutando. En este país alpino hay subidas (¿a poco?) y aunque el subirlas contribuya a ese dolor rectal, el bajarlas da una sensación inigualable de libertad. Además ya no hay que esperar a que pase el camión. Ergo la bicicleta da libertad.

Epílogo
Hoy merece una mención honorífica mi familia a quien neta quiero y extraño. A todos y todas pero en especial a la más reciente adición. Me duele de veras—con nudo en la garganta y el ojo de Remy—no estar allá para su empapazón capitalis.